Pues nada, que como todos los años por estas fechas, he vuelto a hacer con mi hija una escapadita a caballo, para quitarme el mono. Por esas cosas de los temporales, este año la fuerza del Cantábrico se llevó la playa por la que galopábamos, y en sustitución nos fuimos a vadear el Río Uncín, y la verdad, fue menos espectacular que lo prometido (por el agua solo fuimos un ratillo y el río tampoco iba con mucho caudal)
Fue un paseo muy majo, pero no nos acompañó ni el tiempo -estuvo todo el rato lloviznando -, ni la compañía, ya que nos metieron en un grupo con "novatillos" y no hicimos ninguna galopada grande ... pero menos da una piedra.
Me llevé dos impresiones: recordar lo bonito de cabalgar por la naturaleza - que se le olvida a uno de tanto picadero - y ¡que tengo que adelgazar muchos kilos! No veáis como se descojonó mi hija cuando pedí la banqueta para subir al caballo
Como siempre unas fotillas:
Espero que os gusten. Un saludo