En 1848 se traslada a Málaga el Regimiento de caballería de Lanceros “Numancia” nº14 - que ese mismo año 1848 vuelve a crearse, con su antigüedad de 1649, tras haber sido disuelto por el rey Fernando VII en 1823 - y ante la creciente belicosidad de las tribus rifeñas, el 12 de abril se comisiona al Escuadrón nº 1 , a quién le corresponde la misión por sorteo, al mando del Capitán Rufián, para reforzar la plaza de Melilla.
El 14 de junio, el comandante de la plaza, ordena salir al Escuadrón fuera de las murallas para reprimir unas harkas que se acercaban peligrosamente a la ciudad, violando las líneas fronterizas. El Escuadrón sale al paso y tomando contacto visual con los rifeños, de acuerdo con lo que imperaba en la caballería de la época, que siguiendo el modelo de las Ordenanzas Prusianas, consideraba que la Caballería nunca debía retroceder ante el enemigo, antes al contrario SIEMRE debe ser la Caballería quiñen acometa al enemigo, bajo pena de cobardía infamante, Rufián ordena carga contra la harka, pero cuando toman contacto, una lluvia de balas, de rifeños emboscados entre las dunas, cae sobre lo jinetes del Numancia, que aún así y todo, insisten en la carga, a pesar de que numeroso caballos caen muertos por los disparos.
Uno de los caballos caídos fue el del Sargento Fernández, quién a pesar de estar desmontado, se levanta y saca su sable arrojándose sobre los rifeños gritando "¡dónde muere mi caballo muero yo!"
Fernández acaba con cuatro enemigos, hasta que una bala disparada desde la distancia, lo hiere mortalmente en la cabeza. Ese día, el Escuadrón sufrió cuatro bajas, un cabo, dos soldados y la del Sargento 2º Ignacio Fernández, causando 80 bajas a sus oponentes. El parte oficial, obrante en el Historial Manuscrito del Cuerpo, recoge este hecho de la siguiente forma: "Es digno de notar la heroicidad y valor con que se portó el referido Sargento Ignacio Fernández que, por su mano, mató cuatro infieles, y habiéndole muerto su caballo, se expresó en los siguientes términos: "donde muere mi caballo muero yo” y, arrojándose sable en mano sobre el parapeto inmediato que ocupaban los moros fue víctima de un pistoletazo de sus adversarios”.
Por esta acción el Escuadrón, por R. O, de 21 de diciembre de 1.848, recibió diversas recompensas. El grito del Sargento Fernández se hizo famoso convirtiéndose en el lema del regimiento Numancia.
Pues aquí tenemos al Sargento Fernández, con el nuevo uniforme que le corresponde en el momento de su renacimiento, reglamentario desde 1847 para los cuerpos de Lanceros. Y que consiste en:
Chacó negro, algo más ancho por la parte superior, con cinta de estambre carmesí, bombilla, presilla, escudo coronado de armas reales y plumero pequeño de cerda blanca
Mascarón y carrilleras de latón dorado
Forrajera de estambre carmesí
Casaquilla verde botella, con faldones abiertos
Cuello de color carmesí, con el número del Regimiento bordado
Solapa postiza, vueltas y barras carmesíes
Pantalón gris marengo con refuerzos de lo mismo, y tira carmesí
Media bota gris marengo
En las monturas, caparazón -schabrás- de paño verde con franja carmesí.
La única licencia - al margen de otras que puede desconocer - que me he tomado, ha sido, en lugar del nº 14 en el cuello de la casquilla (intenté hacerlo, pero quedaba muy grande) pponer la corona real.
Como armamento, se emplea el sable semi-recto modelo 1841, y lanza con banderola con los colores rojo y amarillo.
Las fotos: